19 febrero 2006

NUNCA TE DETENGAS

“Siempre ten presente que la piel se arruga, el pelo se vuelve blanco,
los días se convierten en años, pero lo importante no cambia;
tu fuerza y tu convicción no tienen edad.
Tu espíritu es el plumero de cualquier tela de araña.
Detrás de cada línea de llegada, hay una de partida;
Detrás de cada logro, hay otro desafío.
Mientras estés vivo, siéntete vivo.
Si extrañas lo que hacías, vuelve a hacerlo. No vivas de fotos amarillas.
Sigue aunque todos esperan que abandones.
No dejes que se oxide el hierro que hay en ti.
Haz que en vez de lástima te tengan respeto.
Cuando por los años no puedas correr, trota. Cuando no puedas trotar, camina. Cuando no puedas caminar, usa el bastón.
Pero NUNCA TE DETENGAS.”
Madre Teresa de Calcuta

15 febrero 2006

UNA DE CATÓN...

Me gustó mucho el artículo de Armando Fuentes Aguirre, en su sección Mirador, del día de hoy:

Me habría gustado conocer a Víctor Hugo. Usaba de grandilocuencia hasta para pedir que le pasaran el salero. Y sin embargo a veces era más grande que sus frases. Una en particular me gusta. Alude al versículo 35, capítulo 11, del evangelio de San Juan, el versículo más corto de la Biblia: "Jesús lloró". Y dijo Víctor Hugo: "Jesús lloró. Voltaire sonrió. De esa divina lágrima de amor y de esa humana sonrisa del humor está hecha nuestra civilización". Amor... Humor... No son mala combinación. Quien mucho ama y mucho ríe está cerca de eso que nos parece tan lejano: la felicidad.

COMO EL HIJO PRÓDIGO... ¡¡¡HE VUELTO!!!

Después de mucho tiempo de ausencia, quiero compartir con ustedes un bonito pensamiento acerca de la amistad. No es mío, pero si refleja la idea que yo me he hecho sobre ella.


LA AMISTAD
Es el más noble y humilde de los sentimientos.
Crece al amparo del desinterés.
Se nutre dándose y florece con la comprensión.
Su sitio está junto al amor,
porque la amistad es amor y
DIOS ES AMOR.

Gracias a todas las personas que me han brindado su amistad. En todos ustedes veo la mano de Dios que se manifiesta en el amor de los seres humanos. Dios los bendiga.

P.D. FELICITACIONES A MI HERMANO MUNDO Y A SU ESPOSA CELES EN SU XVIII ANIVERSARIO DE BODAS

11 agosto 2005

CONTRASTES

¡Cómo cambia el panorama! Hace un mes andaba por la calle de la amargura y ahora todo marcha sobre ruedas. En un mes sólo tuve un funeral. En un mes ha llovido lo que no había llovido en muchos años juntos. Hubo damnificados, si, pero los beneficios han sido mucho mayores que los inconvenientes. En un mes tuve una experiencia inolvidable: una Jornada de vida Cristiana con jóvenes (cuatro días en la casa de vacaciones del seminario arquidiocesano de Chihuahua). Eso sí, mucho trabajo. La fiesta patronal está cerca (8 de septiembre), las confirmaciones y primeras comuniones también, ayer fue mi cumpleaños, el 6 de septiembre mi aniversario sacerdotal.
El gobernador del estado estuvo en nuestro pueblo, la reunión con él fue en el salón parroquial. Se aprobó la solicitud de remodelación de nuestro templo dentro del programa de protección a edificios coloniales, y este mismo año iniciará. Se donará a la parroquia una camioneta. Se iniciará la carretera al Porvenir de Bachíniva.
La mamá de Viridiana (q.e.p.d.) vivió en estos días acontecimientos contrastantes: el viernes su hermana Evita dió a luz a su segunda hija en El Paso, Tx., y el domingo, cuando venían de regreso, la sombra de la desgracia hizo su reaparición; Evita, su hermana Jessica y la bebita tuvieron un accidente automovilístico. Sólo que en esta ocasión el desenlace fue distinto. Jessica tuvo siete fracturas en su pierna izquierda; Evita y la bebé salieron ilesas. Hasta hace unos días, Faby, la mamá de Viri no encontraba razones para vivir; este accidente la hizo despertar de su letargo y darse cuenta que hay muchísimos motivos para seguir luchando, y ahora su actitud es mucho muy diferente para bien. Bien lo dice el dicho: "no hay mal que por bien no venga".
La próxima semana los sacerdotes de mi diócesis tendremos nuestros ejercicios espirituales. Será una gran oportunidad para ponerme en las manos de Dios y encomendarle todo mi sacerdocio.
Gracias a mi gran amiga Shely por sus bellos deseos y palabras. Gracias a Paola por unirse a esa felicitación por mi cumpleaños. Dios las bendiga.

10 julio 2005

Una semana difícil

Por fin ha terminado una semana que fue muy difícil. Y lo mejor es que terminó de buena manera.

El lunes, a las 10:00 a.m. me enteré del accidente de Viridiana; su funeral sería al día siguiente. Ese mismo lunes, tuve dos funerales: una anciana, Leonor, mamá de Mirna, una de las catequistas de la parroquia. El otro fue Eliseo, un señor que vivía en Chihuahua, pero a petición suya su cuerpo fue trasladado a Bachíniva, su tierra natal.

El martes fue el funeral de Viri. Como dije en mi anterior blog, esta muerte me dolió mucho. Acompañé a sus padres al panteón, donde no pude aguantar las lágrimas y me la pasé llorando. Eso me ayudó a desahogar muchos sentimientos que traía cargando desde tiempo atrás.

El miércoles, otro funeral, esta vez María Lidia, una señora que pertenecía a uno de los grupos parroquiales.

Y el jueves, el funeral de Yaritza, una bebita de tres meses de edad que no resistió una intervención quirúrgica. Hasta miedo me daba abrir la puerta cada vez que sonaba el timbre.

Por fortuna, no habría más difuntos el resto de la semana. Pero en el pueblo se sentía un ambiente muy tenso.

Lo bueno es que después de la tempestad viene la calma. La semana terminó con la boda de René y Melisa, dos jóvenes que hacen muy bonita pareja; y para cerrar con broche de oro, los 50 años de matrimonio de Félix y Socorro. Ambas misas fueron muy emotivas (y no porque yo las haya presidido).

Mañana lunes es mi día de descanso. Espero que esta semana sí se me haga. Y, sobre todo, que sea una semana tranquila. Dios los bendiga.

05 julio 2005

ADIOS, VIRIDIANA

En el capítulo once del Evangelio según San Juan encontramos el relato de la resurrección de Lázaro, el gran amigo de Jesús, hermano de María y Marta, de un pueblito llamado Betania, cercano a Jerusalén.
A Jesús le informan que su amigo se encuentra enfermo. No acude inmediatamente, pospone su visita unos días. A fin de cuentas, no era una enfermedad de muerte, sino para manifestar el poder de Dios.
Al llegar a Betania, las hermanas de Lázaro salen a su encuentro. Con lágrimas en los ojos dirigen a Jesús unas palabras que parecen reproche: "si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano".
Parecería que Jesús se equivocó al decir que aquella enfermedad no era de muerte, pues Lázaro llevaba ya cuatro días muerto. Parecería que en esta ocasión el poder de Dios había fallado. Pero no era así. El poder de Dios se iba a hacer presente una vez más. Jesús le devolvería la vida a su amigo.
Pero aún cuando Jesús tenía plena conciencia de lo que iba a hacer, nos muestra uno de sus rasgos más humanos y más hermosos: se conmueve por el dolor de aquellas hermanas y, junto con ellas, llora por la muerte de Lázaro. ¡Cuánto lo amaba!
Jesús sabe que un día resucitaremos. Pero aún así, se hace solidario con nuestros dolores. Él no permanece indiferente ante las pruebas que la vida nos plantea... Nos hace sentir su presencia, su apoyo, su ayuda... Sabe que resucitaremos; pero, mientras eso sucede, llora con nosotros.
Este domingo 3 de julio ocurrió un Bachíniva un accidente muy lamentable. Seis jovencitas a bordo de un vehículo se salieron del camino y una de ellas falleció. Ella era mi vecina. Tenía 13 años de edad. Yo he hecho una buena amistad con sus papás, un matrimonio joven y muy bonito. Ella era hija única. Ahora, sus padres están experimentando el dolor más grande que una persona puede sentir: perder a quien más quiere.
Desde que soy sacerdote, nunca una muerte me había afectado tanto. Esa niña siempre nos regaló a todos una linda sonrisa. Siempre atenta, siempre alegre. Sus papás son para mi las personas más cercanas en esta parroquia. Por eso, siento esa pérdida como propia. Como sacerdote, busco transmitir la esperanza en que se centra nuestra fe: la vida eterna. Como ser humano, hoy tengo el mismo sentimiento de Jesús: me conmuevo por el dolor de esos padres y me hago solidario de sus sufrimientos. Viridiana va a resucitar, pero no aún. Trataré que Carlos y Fabiola vean en mi a un ser humano que participa de sus sufrimientos, no a una máquina expendedora de servicios religiosos.
Ojalá que ellos descubran que el dolor estará presente en nuestras vidas, pero que no por eso estamos solos. Lo meditamos en el Evangelio de Mateo, este domingo pasado: "Vengan a mi todos los que están cansados y agobiados por la carga, y yo los aliviaré". Dios nunca nos dará una prueba sin darnos también los medios para superarla. Por eso, estoy seguro que nuestro buen Dios dará a Faby y a Carlos el consuelo y la paz que necesitan.
ADIOS, VIRIDIANA. DESCANSA EN LA PAZ DE NUESTRO DIOS.

25 junio 2005

ACEPTAR TU HOGAR

¿Renunciarías a construir una casa porque el material entregado no corresponde al encargo hecho? ¿Arrojarías la lana de tu sweater porque, según tu modelo, no da tanto como prometía? ¿Abandonarías a tu hijo porque no tiene el temperamento y el carácter que esperabas? ¿Renunciarías a construir tu hogar porque tu pareja no es lo que habías soñado, porque no es lo que esperabas?

Si te has casado con tu sueño, obraste como un adolescente. Acúsate sólo a ti mismo y no acuses a tu cónyuge por no ser como tú lo habías imaginado. Si estás decepcionado y sigues en tu decepción, a tu pesar, se te notará. Y si se te ve, alejarás a tu pareja un poco más de ti, puesto que para acercarse necesita confianza. Tus lamentos son barreras que separan, cuando lo que conviene es unir.

Nunca es demasiado tarde para casarse, al fin, con el que comparte tu vida. Sólo falta que te decidas. No puedes llevar a cabo un matrimonio de tres: tu cónyuge, tú y tu sueño. Si quieres seriamente casarte, divórciate de tu sueño.

Si no puedes construir un castillo, puedes al menos construir una cabaña. Pero no serás feliz en tu cabaña mientras sigas soñando en tu castillo. ¿Estás dispuesto a romper con tu sueño, a abandonar tu castillo? No te digas que esto es renunciar a tus ilusiones, porque no podrás suprimirlas.

Empieza por perdonar a tu cónyuge, puesto que nunca le has perdonado que no sea como tú lo habías imaginado. Ofrece a Dios tu decepción, tu sueño roto y todo cuanto en ti se ha nutrido de lamentos, rencores y desánimos. Acepta, en fin, profundamente, la realidad del otro y la de tu hogar.

No se trata de “rehacer tu vida”, sino de “rehacerte tú”. Acaso nunca le has amado de verdad, puesto que lo deseabas para ti y no por su propio bien. Acaso no te ha amado nunca de verdad, puesto que te deseaba para sí, y no por tu bien. Y sus dos egoísmos se unieron un momento, forjando así la ilusión del amor.

No juzgues al otro, júzgate a ti mismo. Si realmente él o ella no te ama ya, ámale tú más desinteresadamente. Raras son las personas que se resisten largo tiempo a un amor auténtico. Amando le ayudarás a amar.

Si estás pensando: “me ha decepcionado”, piensa también: “le he decepcionado” y entonces cada cual a lo suyo. Comparte tus sentimientos, dialoga sobre ellos con tu pareja, discute constructivamente y vuelve a amarle con un corazón totalmente nuevo.

Dices que tiene todos los defectos; antes decías que tenía todas las cualidades. Te equivocabas antes, y te equivocas ahora también. Posee cualidades y defectos y debes casarte con todo ello.

Dices: “¡No es culpa mía! ¡Ha cambiado!” ¿No serás tú quien ha cambiado? Y si ha cambiado ¿Por qué asombrarte? Te has desposado con un ser vivo, con valores y creencias diferentes a las tuyas, no con una imagen pintada. Amar no es la elección para un momento, sino para siempre.

Amar a un hombre, como amar a una mujer, es siempre amar a un ser imperfecto, a un enfermo, a un débil, a un pecador… Si le amas verdaderamente, le curarás, le sostendrás, le salvarás. Amar puede llegar a ser, en definitiva, sufrir una vida entera. ¡Ojalá lo pensasen antes de comprometerse los que se deciden a amar!

El sacramento del matrimonio ha consagrado su unión y los ayuda a realizarla cada día. Sólo Cristo en el centro de su hogar podrá librarlos del egoísmo y restituirles el amor. Pero para entrar en su casa hoy, como ayer, necesita de un sí. Aceptar el propio hogar es aceptar al otro, pero es aceptar también a Jesucristo Salvador.