19 mayo 2005

¿Novios o esposos?

De visita en casa de mis tíos, me divierte ver a mi prima grande prepararse cuando espera a su novio. Toda contenta se peina, se perfuma, y se pinta los labios. Se viste muy guapa. Y corre de una lado a otro de la casa, arreglando todo con detalle para que su amorcito no encuentre defecto alguno en el entorno. Entonces llega el novio oliendo a mucha loción, y cuando se miran... ¡Uf!... Parece que flotan en el aire. Se abrazan con ternura y ella le ofrece algo de tomar junto con las galletas que le preparó durante la tarde. Además, él celebra todo lo que ella le ha preparado con esmero. Luego se sientan a platicar tontería y media por horas y horas, después de lograr que los niños desaparezcamos de la sala. Se escuchan el uno al otro sin perder detalle ni soltarse de las manos, hasta que, al susodicho, no le queda más remedio que despedirse cuando mi tío empieza a rondar con la almohada bajo el brazo.
Al día siguiente le pregunto a mi mamá que quién es su novio, y me dice muy sonriente que su novio es mi papá. "No, mami, en serio". Pero ella insiste. "¿Cómo va a ser mi papá su novio?" En primera, él nunca llega con un ramo de flores, ni chocolates. Si, le da un regalo a mi mamá en su cumpleaños y en navidad, pero nunca he visto que el novio de mi prima se presente con una licuadora o dinero para que se compre algo. Además, mamá no pone cara de Blanca Nieves cuando papá llega del trabajo, ni él sonríe como príncipe azul cuando la mira. Mamá no corre a arreglarse el peinado ni a pintarse los labios cuando suena el timbre de la puerta, y apenas voltea a verlo para decir "hola", porque está revisando las tareas. El saludo de mi papá, en vez de: "Hola, mi vida", es: "hola... ¡uf! ¡Qué día!" Y de inmediato se pone en las peores fachas para estar cómodo. En lugar de: "¿Qué se te antoja de cenar?", mi mamá le pregunta, temerosa: "¿Qué, quieres cenar?" Y cuando creo que mi papá le va a decir: "¡Qué bonita te ves hoy!", le pregunta: "¿No viste el control de la lelevisión?" Los novios se dicen cosas románticas, como: "¡Cuánto te amo!", en vez de: "¿Fuiste al banco?"
Mmmm... Mi prima y su novio no pueden dejar de mirarse. Cuando mamá pasa delante de papá, él inclina la cabeza para no perder detalle de lo que hay en la tele. A veces, papá le da un abrazo sorpresa a mamá, pero ella tiene que zafarse porque siempre está a las carreras. Además, mis papás sólo se dan la mano cuando en misa, el padre dice: "Dénse fraternalmente la paz".
Yo creo que ella me dice que son novios para que no me de cuenta de que cortaron cuando se casaron. La verdad es que mi mamá no tiene novio, y mi papá... no tiene novia.
¡Qué aburrido! ¡Sólo son esposos!
(Tomada del disco "Reflexiones", de Mariano Osorio)

PARA MEDITAR

Cada niño que viene al mundo nos dice:
"Dios todavía tiene esperanza
en el hombre"
Rabindranath Tagore

LA EUCARISTÍA

"La Eucaristía es la eterna Epifanía, la manifestación plena, viva, presente y actual, que se ha querido quedar en el altar para ser nuestro alimento"

18 mayo 2005

EL BUEN HUMOR

Cuando uno echa una mirada a una agenda de hace dos o tres años, facilmente comprueba que aquello que le espantó el sueño o lo trabó de coraje, ahora, en el presente, al tomar un poco de distancia, resulta intrascendente y a veces hasta cómico. Es aquello de que una mosca a un centímetro del ojo puede parecer como un mostruo marino, pero a un metro es sólo una mosca.

El buen humor empieza por una sana objetividad que impide hacer tragedia de hechos o situaciones que son desagradables pero pasajeros. Quien se rasca obstinadamente una roncha la convierte en llaga.

El buen humor está hecho de esa sabiduría que sabe detener su mirada en todo lo bello y gratuito que tiene la vida: los atardeceres, la brisa, el chasquido de las olas, los lienzos de las nubes multicolores que pintan paisajes siempre diferentes, la música, la conversación con los amigos...

El buen humor prescinde de todos esos afanes Hitlerianos del hombre supermán que acaba haciendo del hombre un rebotito desechable.

El buen humor no se escandaliza de nada porque en las torpezas ajenas reconoce el alma gemela de las propias y tirar la primera piedra se le hace el mayor de los ridículos. Ni le cruza siquiera por la mente ponerse de modelo de nada ni de nadie.

El buen humor es intrínsecamente compasivo, pues instintivamente se pone en el pellejo del afligido y alivia ya con su pura presencia respetuosa.

El buen humor resuena con aquello que dice el Génesis: "Y vio Dios que todo lo que había hecho era muy bueno" (Gen 1, 31). Un gurú de la India comenta que no se puede despreciar a una gallina porque no pueda volar como las águilas, ni pedirle a los venados que tengan la fuerza de los elefantes, ni a los elefantes que tengan la gracia y desparpajo con que nadan los delfines.

Toda criatura es limitada y necesariamente irá en todo momento acompañada de su propia sombra.

El buen humor no cae llovido del cielo sino que es consecuencia de una visión reconciliada con la vida que se relaciona con Dios como hijo y con los demás como hermano.

Al saber reírse de sí mismo espontáneamente se hace capaz de reír con los demás.

(En memoria del P. Xavier Cuenca, S. J., fallecido recientemente. Hombre de gran sabiduría y excelente sentido del humor)