Una semana difícil
Por fin ha terminado una semana que fue muy difícil. Y lo mejor es que terminó de buena manera.
El lunes, a las 10:00 a.m. me enteré del accidente de Viridiana; su funeral sería al día siguiente. Ese mismo lunes, tuve dos funerales: una anciana, Leonor, mamá de Mirna, una de las catequistas de la parroquia. El otro fue Eliseo, un señor que vivía en Chihuahua, pero a petición suya su cuerpo fue trasladado a Bachíniva, su tierra natal.
El martes fue el funeral de Viri. Como dije en mi anterior blog, esta muerte me dolió mucho. Acompañé a sus padres al panteón, donde no pude aguantar las lágrimas y me la pasé llorando. Eso me ayudó a desahogar muchos sentimientos que traía cargando desde tiempo atrás.
El miércoles, otro funeral, esta vez María Lidia, una señora que pertenecía a uno de los grupos parroquiales.
Y el jueves, el funeral de Yaritza, una bebita de tres meses de edad que no resistió una intervención quirúrgica. Hasta miedo me daba abrir la puerta cada vez que sonaba el timbre.
Por fortuna, no habría más difuntos el resto de la semana. Pero en el pueblo se sentía un ambiente muy tenso.
Lo bueno es que después de la tempestad viene la calma. La semana terminó con la boda de René y Melisa, dos jóvenes que hacen muy bonita pareja; y para cerrar con broche de oro, los 50 años de matrimonio de Félix y Socorro. Ambas misas fueron muy emotivas (y no porque yo las haya presidido).
Mañana lunes es mi día de descanso. Espero que esta semana sí se me haga. Y, sobre todo, que sea una semana tranquila. Dios los bendiga.
El lunes, a las 10:00 a.m. me enteré del accidente de Viridiana; su funeral sería al día siguiente. Ese mismo lunes, tuve dos funerales: una anciana, Leonor, mamá de Mirna, una de las catequistas de la parroquia. El otro fue Eliseo, un señor que vivía en Chihuahua, pero a petición suya su cuerpo fue trasladado a Bachíniva, su tierra natal.
El martes fue el funeral de Viri. Como dije en mi anterior blog, esta muerte me dolió mucho. Acompañé a sus padres al panteón, donde no pude aguantar las lágrimas y me la pasé llorando. Eso me ayudó a desahogar muchos sentimientos que traía cargando desde tiempo atrás.
El miércoles, otro funeral, esta vez María Lidia, una señora que pertenecía a uno de los grupos parroquiales.
Y el jueves, el funeral de Yaritza, una bebita de tres meses de edad que no resistió una intervención quirúrgica. Hasta miedo me daba abrir la puerta cada vez que sonaba el timbre.
Por fortuna, no habría más difuntos el resto de la semana. Pero en el pueblo se sentía un ambiente muy tenso.
Lo bueno es que después de la tempestad viene la calma. La semana terminó con la boda de René y Melisa, dos jóvenes que hacen muy bonita pareja; y para cerrar con broche de oro, los 50 años de matrimonio de Félix y Socorro. Ambas misas fueron muy emotivas (y no porque yo las haya presidido).
Mañana lunes es mi día de descanso. Espero que esta semana sí se me haga. Y, sobre todo, que sea una semana tranquila. Dios los bendiga.